No esperes que esta sesión guiada de meditación ayude a que te relajes.
No esperes que aquiete tu mente.
No quieres que sea ese el propósito de meditar.
El potencial que tiene esta práctica es mucho más profundo.
No quieres meditar 10 o 20 minutos de vez en cuando para encontrar calma.
Lo que quieres es desarrollar y profundizar un hábito.
El hábito de sentarte a contemplar tu vida.
El hábito de sentarte y observar si estás siendo consecuente con el tipo de persona que quieres ser.
¿Qué significa “ser consecuente”?
Haciéndome esa pregunta, descubro que todo comienza en el momento en que identificamos el daño que nos hacemos cuando no nos amamos. Cuando no nos gusta quién somos.
Cuando no nos hemos dado la oportunidad de confiar en nosotros mismos, y de cuidarnos. De respetarnos. De reconocernos como dignos de amor, de compasión y de confianza.
Todo parte de ahí. De reconocer las formas en las que ponemos en riesgo nuestra propia tranquilidad mental.
Y es ahí cuando descubrimos que ser dignos de amor y de confianza es nuestra responsabilidad. Es ahí cuando descubrimos que nuestra paz mental es nuestra responsabilidad.
Es a través de nuestras actitudes, decisiones y comportamientos que transformamos nuestra vida, para bien o para mal, cada día.
Ser consecuente es alinear tus actos con tus más sinceras intenciones. Es decidir con claridad el tipo de persona que quieres ser y comenzar a transformar tu vida a partir de ahí.
¿Tienes una idea clara del tipo de persona que quieres ser?
¿Crees que estás actuando según esa idea?
Ahora, no se trata de ir a compararte con alguien y decidir que quieres ser como esa persona. Se trata de identificar la mejor versión de ti mismo y comenzar a habitarla.
Se trata de conocer tu mente, cuidar tu mente y entrenar tu mente de manera que se vuelva en tu mejor amiga. Que sea tu aliada.